La calle brilla, la nube amenaza.
Gris rata, o tal vez tiburón.
Esa nube que jugó a perseguirme por todo el retrovisor.
A la altura de la Valencia, entre carros nuevos y muertos viejos corrían las gotas, se deslizaban por el parabrisas como jugando a ver quién caía de último.
Después de jugar a que era verano, recordé que el cielo en realidad era azul, o mejor dicho así se ve esa atmósfera que nos protege de cometas y marcianos.
Setiembre, mes de lluvia, fue un domingo soleado cual marzo. En la tarde, la nube que dormía entre las montañas llegó, oscureció todo y empezó a llorar.
2 comentarios:
llueve, detrás de los cristales llueve y llueve...¿ te acordás cuando a una de chiquilla le cantaba mojarse en la calle, que nos agarrara el aguacero y llegar empapadas a la casa?
"es necesaria la lluvia para poder sonreír" dice María Bethania en una canción.
Amo la lluvia, me da energía!!!!!!
En relación a las mojadas, pues una las deja por no sé ni qué razón (aparte de la eventual gripe) . Qué rico es!!!!!!!!!!!!!!!
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