domingo, agosto 13, 2006

Artículo publicado en Al Grano de La Nación, Sábado 12 de agosto 2006

Al Grano


Édgar Espinoza
edgarespinoza@costarricense.cr



Para las mamás, este año no ha sido nada diferente de los demás. De nuevo, la propaganda comercial les ofrece en su "día" lindos regalos para que, como buenas amas de casa, se doblen el espinazo haciendo el oficio.

Lejos de bajar su tono ofensivo, esta vez la publicidad reafirma más bien el viejo estereotipo con anuncios como: "Especial para mamá: basurero, escurridores de platos, extractores de jugos y -¡ojo!- bolsas de dormir" ¿Será para que, de feria, el marido las empaque de noche?

Por si la bolsa de dormir no fuera suficiente, este otro aviso las acaba de poner por el suelo: "Hágale a mami su sueño realidad: pisos más limpios, más lindos, con mucho menos esfuerzo." Y, cual madre limpiapisos, el anuncio recomienda una cerámica así y asá para que aquellos queden como espejos.

Este no se queda muy atrás: aparece la foto de una lujosa cocina con la heroica leyenda de "Elegancia de mamá en la casa". Y este: "Decile a mamá cuánto la querés con un regalo de verdad". Acto seguido salen unas promociones de cocinas y lavadoras para hacer a mamá, con la compra de una, más cocinera, más lavandera y más esclava al llevarse gratis una ollita freidora, plancha u horno tostador.

Y para cuando las mamás ya estén bien cacharpeadas de tanto quehacer, nada como regalarles un tratamiento contra las várices, arañas vasculares, celulitis y arrugas para que le siga luciendo al maridito como una "Miss". A mí, como papá, estas cosas me dan congoja ajena porque, en el día nuestro, el comercio nos ofrece cosas muy distintas, desde sillones de cuero reclinables con masaje incorporado para tirarnos a la bartola mientras mamá cocina, lava y plancha, hasta equipos de sonido para soñar con Shakira y su música (aunque más con su caderamen), pasando por cruceros en el Mediterráneo, bronceados en Cancún y otras rumbas.

Aún hay muchos casos en que el propio día "suyo", ella es la que más se faja alistándoles el almuerzo a los manganzones que llegan a darle el besito de mamacita querida, mamacita adorada, mientras esta cocina, sirve, lava, seca y se pregunta en silencio: "¿Mi día?" No, "tu siempre" porque, pese a que has logrado liberarte de ciertos grilletes, aún no has podido con el sambenito del "electrodoméstico para ti".

Pero eso se tiene que acabar. Y lo tienen que acabar ellas porque el hombre, por sí mismo, jamás. No le sirve; pierde a una buena empleada. Y la solución está, más que en los regalos de papel y lazo, en algo tan simple como darle a ella su verdadero lugar como ser humano.

1 comentario:

Julia Ardón dijo...

En algunas cosas vamos para atrás. La publicidad, tuvo hace unos años mejores momentos.