lunes, octubre 02, 2006

Noches cualquiera

Gordos a la mesa, nacidos recientes en brazos, columnas falsas y chales con pompones.

Tres cuadros torcidos adornan la pared, un televisor sin pies flota sobre el hechizo pedestal.

Azul con café, rojo con verde, blanco añejo…

Sábado de pago, “por eso tan lleno, y eso que ayer fue peor…”.

Los músicos solo tocan los jueves, y los domingos está cerrado.

Una vidriera ahumada cual chuleta Zaragoza deja entrever carros a toda velocidad; es lo que hay a la derecha.

Un hubiera sido balcón con mesitas al mar de asfalto se cubre con macetas y su acceso lo impide una reja.

“Aquí no se vende de eso”, dice la salonera granadina que hace 20 minutos ignoró mi llamado.

Cuatro cuarentonas disfrutan la tertulia y ojean a la mujer sola que sólo escribe. Tres post-adolescentes refunfuñan cuando ésta les quitó la silla cuando su ménage à tríos las convocó al unísono al baño y perdieron la mesa. Los dos gordos hablan de la mujer que vive al frente de la otra; el humor está de fiesta, hasta aplauden. Eric Clapton habla de cómo cambiar el mundo y los de atrás destajan una pizza.

Fuman, beben cerveza y mueven ansiosamente los pies bajo la mesa. Los saloneros se aturden cual monaguillo con domingo. Los faroles alumbran y las flores plásticas meditan en cada mesa. El pimentero sonríe siempre al lado de su inseparable sal mientras se escucha de reojo el último bajonazo del amigo.

Los carros no cesan y los cuidacarros se ilusionan. La puerta de emergencia está abierta pero obstruida por una mesa. El jabón líquido del baño perdió la viscosidad de tanta agua con que le hicieron ahorrar. La nevera para vinos yace sobre la rampa para discapacitados y la chimenea falsa sirve de reposo de celulares y carteras.

Sábado de pago, bolsillos llenos pero insuficientes. Obesos enfermos pero sonrientes, cuarentonas leen pero Vanidades, adolescentes embriagándose pero sin dinero.

Bar restaurante al mejor estilo josefino, chifrijo y patacones con molidos. Vinos de la casa de cartón, águilas en permanente refrigeración.

Bon Jovi grita en el proyector y la música en español, y más aún la local, ni para demostración.

Los huecos, los muelles en paro, el Presidente paranoide y la salud en indigencia.

Qué embustera tanta realidad cuando el cheque quincenal puede dejar todo atrás.

2 comentarios:

Adrián Solís Rojas dijo...

¡ay!

la última frase me mató. y es que es tan cierto.

El Orfebre Segismundo dijo...

A veces un poquito de irrealidad nos ayuda a agarrar fuerza para esta cruda y triste realidad.