Carta del Dr. Oscar Aguilar Bulgarelli al Dr. Oscar Arias
Fuente: Tribuna Democrática
Señor Presidente, respete la inteligencia colectiva del costarricense
Columnista huésped | Junio 20, 2006 | 427 palabras
Carta del Dr. Oscar Aguilar Bulgarelli , Catedrático Universitario e
Historiador, al don Oscar Arias en la Casa Presidencial
Leí con no poca sorpresa, su afirmación pública que el Papa Benedicto
XVI y su Secretario de Estado, enviarán una llamada de atención a la
Conferencia Episcopal de Costa Rica, para que se pronuncien a favor del
TLC o, por lo menos, no lo objeten en lo objetable.
En veintisiete minutos, usted habló con Su Santidad de tres temas, para
usted, fundamentales: la paz del mundo, el uso de preservativos y el
TLC. Supongo que el mayor número de minutos usted los aprovechó para su
tema principal de campaña, como lo fue el Tratado de Libre Comercio,
digamos que, talvez un 50%. En TRECE MINUTOS Y TREINTA SEGUNDOS su
enorme poder de síntesis, hizo que Su Santidad junto con su Secretario
de Estado, quedaran convencidos de los "enormes beneficios" del TLC y de
los "graves perjuicios" que causan los obispos de Costa Rica, por
atreverse a pensar en contra de sus ideas y de sus aliados.
En TRECE MINUTOS Y TREINTA SEGUNDOS, supuestamente hubo una profunda y
meditada conversación sobre este tema, que de acuerdo a sus
declaraciones, convencieron a Su Santidad. Por supuesto, Señor
Presidente, eso no se lo creé, ni usted mismo. Además, podrán venir
muchos editoriales, columnas y noticias sobre este tema, en los diarios
de nuestra dictadura mediática, tratando que los costarricenses
comulguemos con semejantes ruedas de molino; pero es tan inverosímil
este cuento, que no lo lograrán.
Acepto que en la discusión del TLC se utilicen y esgriman, todos los
argumentos racionales que sea posible utilizar, con tal de enriquecer el
debate; bien sean estos a favor o en contra. Lo que jamás aceptaré es
que se trate de insultar la inteligencia nacional, se irrespeten altas
investiduras, y hasta se trate de manipular la conciencia religiosa que
aún queda en los costarricenses; para defender la tesis oficial del
Gobierno y la de sus aliados mediático-empresariales.
No Don Oscar, por favor no se equivoque creyendo que todos somos
ingenuos o ignorantes; por el contrario, a algunos en el pasado hasta
trataron de contratarnos, fallidamente, como productores de artículos y
libros para algún novel político por aquellos años, y desde entonces
dejamos de ser tan cándidos, para aceptar este tipo de historias.
Lo menos que puedo pedirle, como ciudadano al Señor Presidente de la
República, es que respete la inteligencia colectiva del costarricense e,
individualmente, la que Dios quiso darme, que no se si será mucha o
poca, pero sí suficiente para no dejarme engañar.
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