domingo, abril 09, 2006

Cualquier similitud con el gobierno de Bush es mera coincidencia....

La Nación, domingo 9 de abril, 2006

Historiade C. A.
Nuestros abuelos vistos desde el Norte


Darío Chinchilla


La EUCR publicará un libro que reproduce la percepción en EE. UU. sobre el istmo en el siglo XIX

El centroamericano es un ser estúpido, indolente, vago, católico, que merece ser colonizado por una potencia con mejores cualidades para aprovechar los recursos de la región. Esta, a muy grandes rasgos, parecía ser la opinión de muchos de los viajeros de un incipiente "primer mundo" que visitaban el istmo durante la segunda mitad del siglo XIX.

El tristemente célebre William Walker, no fue, en ninguna medida, una oveja descarriada de una potencia internacional en expansión; sino, más bien, un "emprendedor" que llevó a cabo una cruzada que muchos y muy influyentes norteamericanos consideraban justa.

El profesor de literatura inglesa, Juan Carlos Vargas, está preparando el libro Tropical Travel: The Representation of Central America in the 19th Century, cuyo objetivo es estudiar el lenguaje -los matices, las metáforas, las figuras lingüísticas- con el cual Centroamérica, tanto su gente como el lugar, era representado en Europa y Estados Unidos en 22 artículos, publicados en revistas ilustradas entre 1854 y 1895. El libro reproducirá las notas en forma facsimilar, en el inglés original, bajo el sello de la Editorial de la Universidad de Costa Rica.

Estas publicaciones permiten echar un vistazo a las ideas y sentimientos que rondaban en los corazones y en las mentes de los viajeros que visitaron Centroamérica en la segunda mitad del siglo XIX. Asimismo, ayuda a imaginar de qué forma sus escritos influenciaron la percepción de sus lectores sobre la región y su gente.

Vargas estima que no se puede generalizar en cuanto a que todos los retratos acerca de los centroamericanos -tanto en imagen como en texto- fueran negativos; pero es un hecho muy recurrente las referencias poco halagüeñas hacia nuestros antepasados.

Por ejemplo, no falta el retrato de los indígenas como prácticamente simios; la vasta referencia visual que revela un exacerbado catolicismo (el cual era considerado un defecto en sí mismo); la "evidente" vagancia de los pobladores, y la referencia a los centroamericanos como una "raza" destinada a ser, exclusivamente, clase trabajadora. Asimismo, en las ilustraciones los pobladores de la región aparecen desprovistos de personalidad, son seres opacos, sin rasgos definidos cuando están en grupo, y grotescos cuando son la figura principal. En contraposición, los extranjeros anglosajones son ilustrados como figuras centrales con rasgos bien perfilados e inteligentes.

Hay que tener en cuenta que estas visiones no eran gratuitas, sino que estaban "respaldadas" por nociones seudocientíficas, religiosas y político-estratégicas.

Las revistas. Entre 1840 y 1850 se despertó un gran interés en Estados Unidos por Centroamérica. Para este periodo, los estadounidenses acababan de apropiarse de California y de Oregon, por lo que había interés en buscar vías de tránsito que permitieran conectar al país de costa a costa, una alternativa ante la peligrosa empresa de cruzar el país por tierra. Asimismo, en 1848 se disparó la fiebre del oro en California, por lo que hubo un interés masivo por buscar fortuna en el Oeste. Para ese tiempo, dos empresas transportistas -que incluso cotizaban en la bolsa de Nueva York- brindaban el servicio a través de Nicaragua, navegando el río San Juan y el Gran Lago; y la otra, a través de Panamá vía ferrocarril.

Según Juan Carlos Vargas, hay que tener muy en cuenta que, en un tiempo en el que no existía ni la televisión ni la radio, las revistas ilustradas de viajes se convirtieron en la forma en la cual el público de Estados Unidos y Europa podía tener contacto con otras realidades -o con el imaginario de otras realidades- de una manera espectacular.

Harper's New Monthly Magazine, de la cual se extraen la mayor parte de los artículos del libro, llegó a tener una circulación de 200 mil ejemplares en Estados Unidos, y de 35 mil en Inglaterra. La revista era muy respetada: algunas de las más importantes plumas de habla inglesa publicaron en ella, tales como Charles Dickens, Herman Melville y Mark Twain, entre otros.

Ideología tras la pluma. En su libro, Vargas apunta sobre la necesidad de tener en cuenta el tipo de sesgos ideológicos, científicos y religiosos de los viajeros que visitaban en esa época el istmo.

En los Estados Unidos, a mediados del siglo XIX, había un grupo de "científicos" que fueron conocidos como Escuela Americana de Etnología, a la que pertenecía, entre otros, Ephraim George Squier. Este fue un muy conocido arqueólogo y etnólogo quien, además, a inicios de la década de los cincuentas, en el siglo antepasado, era el chargé d'affaires de Estados Unidos para Centroamérica. Squier es uno de los autores que hicieron crónicas de viaje de Centroamérica y que publicaron en Harper's.

Los "científicos" como Squier sostenían que cada raza tenía atributos conductuales específicos e inmutables. Posteriormente, estas teorías raciales se dieron a conocer como "racismo científico". En una forma muy resumida, se puede decir -según esta línea de ideas- que el mundo estaba dividido en razas superiores e inferiores. Sobra decir que los latinoamericanos, y por tanto los centroamericanos, estaban ubicados muy abajo en el escalafón de valores raciales. De hecho, Vargas explica que los pobladores de la región, dada la mezcla en sus orígenes -español, negro, indígena-, eran considerados una "raza zaguate". "Por lo tanto, no es de extrañar que los centroamericanos fueran representados/ imaginados como bárbaros y primitivos (a veces, incluso, como salvajes) en muchas de las más populares revistas", dice el investigador.

Por otra parte, hay que recordar la tajante influencia de un ideario como el del Destino Manifiesto -el cual, de paso, estaba muy influenciado por el racismo científico-. El periodista John O'Sullivan acuñó el término en 1845, cuando publicó: "el cumplimiento de nuestro destino manifiesto es extendernos por todo el continente que nos ha sido asignado por la Providencia, para el desarrollo del gran experimento de libertad y autogobierno. Es un derecho como el que tiene un árbol de obtener el aire y la tierra necesarios para el desarrollo pleno de sus capacidades y el crecimiento que tiene como destino".

De esta forma, con el Destino Manifiesto de un lado, y las teorías del "racismo científico" en el otro, los invasores tenían la venia de Dios y de la ciencia para emprender su cruzada, y, el pueblo estadounidense, una justificación moral difundida por imaginario centroamericano publicado en las revistas de viajes de la época.

Con este caldo de cultivo, lo que llama la atención de la incursión de Walker a Centroamérica, no es que la haya emprendido, sino que otros no la hayan imitado. Tal vez, simplemente los norteamericanos variaron su estrategia para obtener los mismos resultados.

Extracto
Visión del indígena

"Una de las mayores anomalías de esta región en particular es una raza de indios completamente diferentes en sus hábitos, características físicas e inteligencia a los de cualquier otra tribu de las cordilleras montañosas de Norteamérica y Suramérica. [&...;] Los hombres [&...;] tienen pantorrillas pequeñas, pectorales y brazos muy desarrollados, y cara marcadamente angular y plana. Esto hace que el observador busque inmediatamente una extensión de la columna vertebral a manera de rabo, tal es su parecido con los simios. Cuando agregamos a su apariencia física su forma de vida, la relación con el mono se convierte en una inferencia casi inevitable. Sus niños son un montón de pequeños monos". De O.J. Victor, Guatemala. En Harper's Monthly Magazine, European Edition (1885).

No hay comentarios.: