domingo, abril 30, 2006

1 de Mayo

lunes, abril 24, 2006

Que cien años no es nada...

RITA LEVI-MONTALCINI, NEURÓLOGA, PREMIO NOBEL DE MEDICINA. Soy de izquierda, admiro las políticas de Zapatero! Soy de familia judía, pero soy laica: abogo por los valores éticos sin esperar recompensas en otra vida


22/12/2005
La exclusión fomentó entre los judíos los trabajos intelectivos: pueden prohibírtelo todo, ¡pero no que pienses! Y es cierto que hay muchos judíos entre los premios Nobel...
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- ¿Cómo celebrará sus 100 años?

- Ah, no sé si viviré, y además no me placen las celebraciones. ¡Lo que me interesa y me da placer es lo que hago cada día!

- ¿Y qué hace?

- Trabajo para becar a niñas africanas para que estudien y prosperen ellas y sus países. Y sigo investigando, sigo pensando...

- No se jubila.

- ¡Jamás! ¡La jubilación está destruyendo cerebros! Mucha gente se jubila, y se abandona... Y eso mata su cerebro. Y enferma.

- ¿Y cómo anda su cerebro?

- ¡Igual que a mis 20 años! No noto diferencia en ilusiones ni en capacidad. Mañana vuelo a un congreso médico...

- Pero algún límite genético habrá...

- No. Mi cerebro pronto tendrá un siglo..., pero no conoce la senilidad. El cuerpo se me arruga, es inevitable, ¡pero no el cerebro!

- ¿Cómo lo hace?

- Gozamos de gran plasticidad neuronal: aunque mueran neuronas, las restantes se reorganizan para mantener las mismas funciones, ¡pero para ello conviene estimularlas!

- Ayúdeme a hacerlo.

- Mantén tu cerebro ilusionado, activo, hazlo funcionar, y nunca se degenerará.

- ¿Y viviré más años?

- Vivirá mejor los años que viva, que eso es lo interesante. La clave es mantener curiosidades, empeños, tener pasiones...

- La suya fue la investigación científica...

- Sí, y sigue siéndolo.

- Descubrió cómo crecen y se renuevan las células del sistema nervioso...

- Sí, en 1942: lo llamé nerve growth factor (NGF, factor de crecimiento nervioso), y durante casi medio siglo estuvo en entredicho, ¡hasta que se reconoció su validez y en 1986 me dieron por ello el premio Nobel!

- ¿Cómo fue que una chica italiana de los años veinte se convirtió en neurocientífica?

- Desde niña tuve el empeño de estudiar. Mi padre quería casarme bien, que fuese buena esposa, buena madre... Y yo me negué. Me planté y le confesé que quería estudiar...

- Qué disgusto para papá, ¿no?

- Sí. Pero es que yo no tenía una infancia feliz: me sentía patito feo, tonta y poca cosa... Mis hermanos mayores eran muy brillantes, y yo me sentía tan inferior...

- Veo que convirtió eso en un estímulo...

- Me estimuló también el ejemplo del médico Albert Schweitzer, que estaba en África para paliar la lepra. Deseé ayudar a los que sufren, ¡ése era mi gran sueño...!

- Y lo ha hecho..., con su ciencia.

- Y, hoy, ayudando a niñas de África para que estudien. Luchemos contra la enfermedad, sí, ¡pero todo mejorará si acaba la opresión de la mujer en esos países islamistas...!

- La religión ¿frena el desarrollo cognitivo?

- Si la religión margina a la mujer frente al hombre, la aparta del desarrollo cognitivo.

- ¿Existen diferencias entre el cerebro del hombre y el de la mujer?

- Sólo en las funciones cerebrales relacionadas con las emociones, vinculadas al sistema endocrino. Pero en cuanto a las funciones cognitivas, no hay diferencia alguna.

- ¿Por qué todavía hay pocas científicas?

- ¡No es así! ¡Muchos hallazgos científicos atribuidos a hombres los hicieron en verdad sus hermanas, esposas e hijas!

- ¿De veras?

- No se admitía la inteligencia femenina, y la dejaban en la sombra. Hoy, felizmente, hay más mujeres que hombres en la investigación científica: ¡las herederas de Hipatia!

- La sabia alejandrina del siglo IV...

- Ya no acabaremos asesinadas en la calle por monjes cristianos misóginos, como ella. Desde luego, el mundo ha mejorado algo...

- Nadie ha intentado asesinarla a usted...

- Durante el fascismo, Mussolini quiso imitar a Hitler en la persecución de judíos..., y tuve que ocultarme por un tiempo. Pero no dejé de investigar: monté mi laboratorio en mi dormitorio... ¡y descubrí la apoptosis, que es la muerte programada de las células!

- ¿Por qué hay tan alto porcentaje de judíos entre científicos e intelectuales?

- La exclusión fomentó entre los judíos los trabajos intelectivos: pueden prohibírtelo todo, ¡pero no que pienses! Y es cierto que hay muchos judíos entre los premios Nobel...

- ¿Cómo se explica usted la locura nazi?

- Hitler y Mussolini supieron hablar a las masas, en las que siempre predomina el cerebro emocional sobre el neocortical, el intelectual. ¡Manejaron emociones, no razones!

- ¿Sucede eso ahora?

- ¿Por qué cree que en muchas escuelas de Estados Unidos se enseña el creacionismo en vez del evolucionismo?

- ¿La ideología es emoción, es sinrazón?

- La razón es hija de la imperfección. En los invertebrados todo está programado: son perfectos. ¡Nosotros, no! Y, al ser imperfectos, hemos recurrido a la razón, a los valores éticos: ¡discernir entre bien y mal es el más alto grado de la evolución darwiniana!

- ¿Nunca se ha casado, no ha tenido hijos?

- No. Entré en la jungla del sistema nervioso ¡y quedé tan fascinada por su belleza que decidí dedicarle todo mi tiempo, mi vida!

- ¿Lograremos un día curar el alzheimer, el parkinson, la demencia senil...?

- Curar... Lo que lograremos será frenar, retrasar, minimizar todas esas enfermedades.

- ¿Cuál es hoy su gran sueño?

- Que un día logremos utilizar al máximo la capacidad cognitiva de nuestros cerebros.

- ¿Cuándo dejó de sentirse patito feo?

- ¡Aún sigo consciente de mis limitaciones!

- ¿Qué ha sido lo mejor de su vida?

- Ayudar a los demás.

- ¿Qué haría hoy si tuviese 20 años?

- ¡Pero si estoy haciéndolo!

martes, abril 18, 2006

...Tamarindo

Qué nostalgia recordar las playas con calles de acceso tierrosas y polvorientas, ese mismo que se mezclaba con la piel, se sudaba bajo el sol y ensuciaba la lata hirviente del vehículo que pasaba...

Tamarindo...

Lugar de ensueño. Arena limpia invadida por conchas y amortiguada por los pies descalzos de las tortugas que la palpaban con sus huevos.

Una que otra edificación, lejos del vavién cotidiano. Un hotel, dos complejos de cabinas, la marisquería de Henry, las casas de los pescadores y las pangas tomando el sol con los cúmulos de piedras y cangrejos.

Animales por doquier, culebras bailando su julio de apareamiento, los alacranes intentando respetar el espacio ultrajado por el concreto...y el polvo, siempre el polvo.

La oscuridad que iluminaba todas las estrellas, las luces de la marisquería iluminando el tronco seco que servía de palco para el atardecer. El estero que abrigaba manglares y cocodrilos, que de alguna manera protegían las crías de tortuga de Playa Grande de ser samueleadas por los incrédulos ojos humanos.

Hoy se puede transitar tan rápido que se han puesto reductores de velocidad, los hoteles se han proliferado como el Sida, las conchas se perdieron en los baldes de niños que al llegar a la ciudad las convirtieron en materia de desecho. Las cabinas tienen nombre anglosajón, las discotecas estridentes quebraron el bar de luz tenue que tenía como suelo la aún caliente arena entremezclada con una que otra tenaza de cangrejo.

Hay sucursales de todo, bancos y farmacias...

domingo, abril 09, 2006

Cualquier similitud con el gobierno de Bush es mera coincidencia....

La Nación, domingo 9 de abril, 2006

Historiade C. A.
Nuestros abuelos vistos desde el Norte


Darío Chinchilla


La EUCR publicará un libro que reproduce la percepción en EE. UU. sobre el istmo en el siglo XIX

El centroamericano es un ser estúpido, indolente, vago, católico, que merece ser colonizado por una potencia con mejores cualidades para aprovechar los recursos de la región. Esta, a muy grandes rasgos, parecía ser la opinión de muchos de los viajeros de un incipiente "primer mundo" que visitaban el istmo durante la segunda mitad del siglo XIX.

El tristemente célebre William Walker, no fue, en ninguna medida, una oveja descarriada de una potencia internacional en expansión; sino, más bien, un "emprendedor" que llevó a cabo una cruzada que muchos y muy influyentes norteamericanos consideraban justa.

El profesor de literatura inglesa, Juan Carlos Vargas, está preparando el libro Tropical Travel: The Representation of Central America in the 19th Century, cuyo objetivo es estudiar el lenguaje -los matices, las metáforas, las figuras lingüísticas- con el cual Centroamérica, tanto su gente como el lugar, era representado en Europa y Estados Unidos en 22 artículos, publicados en revistas ilustradas entre 1854 y 1895. El libro reproducirá las notas en forma facsimilar, en el inglés original, bajo el sello de la Editorial de la Universidad de Costa Rica.

Estas publicaciones permiten echar un vistazo a las ideas y sentimientos que rondaban en los corazones y en las mentes de los viajeros que visitaron Centroamérica en la segunda mitad del siglo XIX. Asimismo, ayuda a imaginar de qué forma sus escritos influenciaron la percepción de sus lectores sobre la región y su gente.

Vargas estima que no se puede generalizar en cuanto a que todos los retratos acerca de los centroamericanos -tanto en imagen como en texto- fueran negativos; pero es un hecho muy recurrente las referencias poco halagüeñas hacia nuestros antepasados.

Por ejemplo, no falta el retrato de los indígenas como prácticamente simios; la vasta referencia visual que revela un exacerbado catolicismo (el cual era considerado un defecto en sí mismo); la "evidente" vagancia de los pobladores, y la referencia a los centroamericanos como una "raza" destinada a ser, exclusivamente, clase trabajadora. Asimismo, en las ilustraciones los pobladores de la región aparecen desprovistos de personalidad, son seres opacos, sin rasgos definidos cuando están en grupo, y grotescos cuando son la figura principal. En contraposición, los extranjeros anglosajones son ilustrados como figuras centrales con rasgos bien perfilados e inteligentes.

Hay que tener en cuenta que estas visiones no eran gratuitas, sino que estaban "respaldadas" por nociones seudocientíficas, religiosas y político-estratégicas.

Las revistas. Entre 1840 y 1850 se despertó un gran interés en Estados Unidos por Centroamérica. Para este periodo, los estadounidenses acababan de apropiarse de California y de Oregon, por lo que había interés en buscar vías de tránsito que permitieran conectar al país de costa a costa, una alternativa ante la peligrosa empresa de cruzar el país por tierra. Asimismo, en 1848 se disparó la fiebre del oro en California, por lo que hubo un interés masivo por buscar fortuna en el Oeste. Para ese tiempo, dos empresas transportistas -que incluso cotizaban en la bolsa de Nueva York- brindaban el servicio a través de Nicaragua, navegando el río San Juan y el Gran Lago; y la otra, a través de Panamá vía ferrocarril.

Según Juan Carlos Vargas, hay que tener muy en cuenta que, en un tiempo en el que no existía ni la televisión ni la radio, las revistas ilustradas de viajes se convirtieron en la forma en la cual el público de Estados Unidos y Europa podía tener contacto con otras realidades -o con el imaginario de otras realidades- de una manera espectacular.

Harper's New Monthly Magazine, de la cual se extraen la mayor parte de los artículos del libro, llegó a tener una circulación de 200 mil ejemplares en Estados Unidos, y de 35 mil en Inglaterra. La revista era muy respetada: algunas de las más importantes plumas de habla inglesa publicaron en ella, tales como Charles Dickens, Herman Melville y Mark Twain, entre otros.

Ideología tras la pluma. En su libro, Vargas apunta sobre la necesidad de tener en cuenta el tipo de sesgos ideológicos, científicos y religiosos de los viajeros que visitaban en esa época el istmo.

En los Estados Unidos, a mediados del siglo XIX, había un grupo de "científicos" que fueron conocidos como Escuela Americana de Etnología, a la que pertenecía, entre otros, Ephraim George Squier. Este fue un muy conocido arqueólogo y etnólogo quien, además, a inicios de la década de los cincuentas, en el siglo antepasado, era el chargé d'affaires de Estados Unidos para Centroamérica. Squier es uno de los autores que hicieron crónicas de viaje de Centroamérica y que publicaron en Harper's.

Los "científicos" como Squier sostenían que cada raza tenía atributos conductuales específicos e inmutables. Posteriormente, estas teorías raciales se dieron a conocer como "racismo científico". En una forma muy resumida, se puede decir -según esta línea de ideas- que el mundo estaba dividido en razas superiores e inferiores. Sobra decir que los latinoamericanos, y por tanto los centroamericanos, estaban ubicados muy abajo en el escalafón de valores raciales. De hecho, Vargas explica que los pobladores de la región, dada la mezcla en sus orígenes -español, negro, indígena-, eran considerados una "raza zaguate". "Por lo tanto, no es de extrañar que los centroamericanos fueran representados/ imaginados como bárbaros y primitivos (a veces, incluso, como salvajes) en muchas de las más populares revistas", dice el investigador.

Por otra parte, hay que recordar la tajante influencia de un ideario como el del Destino Manifiesto -el cual, de paso, estaba muy influenciado por el racismo científico-. El periodista John O'Sullivan acuñó el término en 1845, cuando publicó: "el cumplimiento de nuestro destino manifiesto es extendernos por todo el continente que nos ha sido asignado por la Providencia, para el desarrollo del gran experimento de libertad y autogobierno. Es un derecho como el que tiene un árbol de obtener el aire y la tierra necesarios para el desarrollo pleno de sus capacidades y el crecimiento que tiene como destino".

De esta forma, con el Destino Manifiesto de un lado, y las teorías del "racismo científico" en el otro, los invasores tenían la venia de Dios y de la ciencia para emprender su cruzada, y, el pueblo estadounidense, una justificación moral difundida por imaginario centroamericano publicado en las revistas de viajes de la época.

Con este caldo de cultivo, lo que llama la atención de la incursión de Walker a Centroamérica, no es que la haya emprendido, sino que otros no la hayan imitado. Tal vez, simplemente los norteamericanos variaron su estrategia para obtener los mismos resultados.

Extracto
Visión del indígena

"Una de las mayores anomalías de esta región en particular es una raza de indios completamente diferentes en sus hábitos, características físicas e inteligencia a los de cualquier otra tribu de las cordilleras montañosas de Norteamérica y Suramérica. [&...;] Los hombres [&...;] tienen pantorrillas pequeñas, pectorales y brazos muy desarrollados, y cara marcadamente angular y plana. Esto hace que el observador busque inmediatamente una extensión de la columna vertebral a manera de rabo, tal es su parecido con los simios. Cuando agregamos a su apariencia física su forma de vida, la relación con el mono se convierte en una inferencia casi inevitable. Sus niños son un montón de pequeños monos". De O.J. Victor, Guatemala. En Harper's Monthly Magazine, European Edition (1885).

sábado, abril 08, 2006

Caviar y botonetas


(está en proceso de construcción...)